Un día como hoy, hace 150 años, nacía en Pola de Lena, Asturias, Félix Granda Buylla. Era el hijo mayor de Wenceslao Fernández Granda, médico de profesión, y Elvira Álvarez-Buylla Santín. Elvira era miembro de una familia ilustrada que dio algunos personajes muy destacados del panorama intelectual y político asturiano de los siglos XIX y XX. Este ambiente cultural, junto con el que vivió en el seminario, fue sin duda crucial en su formación.
Por entonces, era obispo de Oviedo Mons. Ramón Martínez Vigil, que trajo al Seminario los aires de cambio asociados al Movimiento de Renovación Litúrgica. Se creó así un caldo de cultivo en el que la música, el arte y la arqueología cristiana cobraron gran interés. En este clima, Félix Granda prosiguió sus estudios hasta que se ordenó sacerdote en diciembre de 1891. Esta fecha, que marca su ordenación y el inicio de vida adulta, fue probablemente también en la que comenzó su carrera artística profesional, por lo que será la que, años más adelante, indique su hermana Cándida como la de fundación de los Talleres de Arte.
Naturalmente, ya para entonces había realizado algunas obras pictóricas. No consta que recibiera educación formal al respecto, pero sí que formó parte de la llamada Colonia artística de Muros, creada en torno a la figura de Casto Plasencia. Probablemente allí conoció a Cecilio Pla y Gallardo, que le contaría entre sus discípulos más destacados.
En estos años forjó las ideas que le llevaron a dedicarse en cuerpo y alma a la renovación del arte cristiano y, andando el tiempo, a fundar su empresa. La decisión no debió de ser fácil; sin embargo, contaba con el apoyo de la jerarquía de la Iglesia, que veía en su propuesta un bien necesario. Fue especialmente importante el apoyo de Mons. José María de Cos y Macho, a quien conoció en su época en el Seminario. Años más adelante, este Prelado diría: “Grande, sobremanera, es la satisfacción que siento ante sus presentes triunfos; porque me recuerdan aquellos días de temores e indecisiones en que me cupo la suerte de alentarle y decir a usted con franqueza: siga usted sin vacilaciones, en bien de la Religión, la carrera de las Artes, hermanando perfectamente su vocación de sacerdote con sus aptitudes de artista.”
Mons. de Cos no se limitó a alentarle, sino que también le proporcionó sus primeros encargos importantes, cuando fue nombrado Obispo de la diócesis de Madrid-Alcalá en 1892. Realizó, primero, las pinturas de la capilla del palacio episcopal de Madrid, que aún hoy se conservan, y una nueva estructura para el retablo de Juan de Borgoña (m. 1536), instalado entonces en esa capilla y hoy en la catedral de la Almudena.
Poco después intervino en la parroquia de Nuestra Señora del Pilar de la Guindalera, en la parroquia de San Esteban y en la capilla de las religiosas del Servicio Doméstico. En 1899 le llegó el reconocimiento en su tierra natal, recibiendo la medalla de oro de segunda división de la Exposición Regional de Gijón, con un retablo realizado para la familia Gilhou.
La tradición familiar cuenta que, en estos primeros años, se estableció en un pequeño estudio en la calle de Fernando III el Santo. Podríamos decir que estos años son la prehistoria de los Talleres, que empieza verdaderamente a escribirse cuando se establecen, hacia 1903, en el Hotel de las Rosas, con la ayuda del matrimonio formado por su hermana Cándida Granda y Santiago Sampil. En esta finca de Chamberí, situada en el paseo izquierdo del antiguo Hipódromo de la Castellana, fue levantando Granda su empresa, que denominó Talleres de Arte. El nombre, un tanto ambiguo, era sin embargo muy exacto, pues los edificios eran como un enjambre en el que los distintos departamentos trabajaban en conjunto. Desde fecha temprana, se desarrollaron en los Talleres hasta 12 oficios diferentes, de entre los cuales siempre descolló la platería y, en particular, su cincelado y repujado. Félix Granda fue abandonando poco a poco su actividad como pintor, como artista individual, y centrándose en su labor de director artístico, en la que destacó notablemente.
En 1911, Félix Granda obtiene la Medalla de Oro de la Exposición de Arte Decorativo organizada por el Círculo de Bellas Artes de Madrid, donde había presentado los trabajos de sus Talleres de Arte. Compitieron en esta exposición otros nombres tan reconocidos como Daniel Zuloaga, Ruiz de Luna o Vidrieras Artísticas de los Hermanos Maumejean. Ese año publicó también un libro-catálogo, titulado Talleres de Arte, donde expone sus ideas en un capítulo llamado “Mi propósito”, que comienza de esta forma elocuente: “Hacer un arte impregnado del olor de Cristo, saturado de recuerdos del pasado, donde el espíritu bíblico palpite, y que este arte sea vivo, por estar unido al tronco de las tradiciones, y porque, siendo del pasado, corresponda a las necesidades del presente: tal es mi deseo.”
Poco después, en 1913, constituirán la empresa en una sociedad anónima, Talleres de Arte S. A., de la que formarán parte importante los hermanos Félix y Luis Herrero, los hermanos Manuel y Wenceslao Serra Lugo-Viña y Selina Hamilton, esposa del último.
A partir de este momento los Talleres recibirán importantes encargos, como la decoración de San Juan el Real de Oviedo (1915) o las coronas para la Virgen de Covadonga (1922) y de Guadalupe (1928). Además del arte religioso, al que dedica su esfuerzo principal, realiza también arte civil, del que han llegado hasta hoy algunas muestras, como el diploma a la Reina Victoria (1910) o el monumento dedicado a Vázquez de Mella en Madrid. Ya desde estos primeros años, sus obras llegan al extranjero, y encuentran gran acogida en América, donde pueden contemplarse algunas de sus mejores obras, como el retablo de la iglesia jesuítica de Reina, en La Habana (1922). Granda se supo rodear de excelentes artistas, entre quienes destacan José Capuz, Juan José García, Germán Gil Losilla, Julio Vicent, Maese Calvo, y un largo etcétera.
La Guerra Civil supuso un frenazo a la actividad de los Talleres. Félix Granda se mantuvo al frente de la empresa durante la mayor parte del conflicto. Terminada la contienda, su actividad se centró en la reparación y reposición del patrimonio perdido, colaborando además con el Servicio de Recuperación Artística.
Además de los premios mencionados, Félix Granda formó parte de la Asociación Española de Pintores y Escultores, y fue distinguido con distintos honores, como miembro honorífico del Círculo de Bellas Artes, y canónigo de honor de las catedrales de Burgos y de La Habana. Al final de su vida, Félix Granda padeció demencia senil, lo que le impidió definitivamente su actividad en 1953. Falleció el 23 de febrero de 1954 a la edad de 86 años, y está enterrado en el cementerio de la Almudena de Madrid.
Por: Emilia González
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Bibliografía:
GRANDA BUYLLA, Félix: Talleres de arte, Imp. Blass y Cía., Madrid, 1911.
Díaz Quirós, Gerardo: “Talleres de arte y el diseño de espacios interiores para el culto”, en Fernández García, A. Mª (coord..): Decoración de interiores. Firmas, casas comerciales y diseño en Asturias, 1880 – 1990, Septem Ediciones, Oviedo, 2012, pp. 55 – 103.
C/ Galileo Galilei, 19.
28806, Alcalá de Henares,
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(+34) 91 802 36 55
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