de reducidas dimensiones, tiene el carácter íntimo y sobrio propio del gusto centroeuropeo. La única iconografía que destaca en ella es la imagen de la Virgen que preside el oratorio. Su estilo clásico contrasta con el espacio que la alberga, de líneas contemporáneas, de manera que tanto la arquitectura como la imagen quedan realzadas en este encuentro. El retablo, liso, subraya el eje marcado por el sagrario y la imagen de la Virgen, que se prolonga por el techo creando un baldaquino que alberga la iluminación. Esto, junto con la combinación elegante de mármol y madera en paños de líneas rectas, con detalles en bronce en lugares de realce, hacen de este espacio un lugar de culto actual y acogedor a un tiempo.
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