que don Félix Granda realizó para el Santuario de la Gran Promesa, destacan el retablo mayor y los laterales. En el retablo mayor, los relieves se insertan con acierto en la mazonería de un antiguo retablo, y con ellos don Félix Granda ideó un rico programa iconográfico, centrado en la teología del Sagrado Corazón de Jesús. En las escenas superiores establecen un diálogo los asuntos del Antiguo y Nuevo Testamento. Así, ante la mesa de la Última Cena, Melquisedec realiza su sacrificio de vino y pan, prefiguración de la Eucaristía. En el otro panel, la aparición del Salvador a santo Tomás remite directamente a una manifestación del Sagrado Corazón, que se alcanza a través de la llaga del costado, mientras que, en primer plano, Zacarías sostiene una filacteria con su profecía, “mirarán al que traspasaron”. A la izquierda, se levanta un gran retablo de madera policromada, dedicado a la Virgen del Pilar. En la parte opuesta del crucero está el retablo dedicado a Jesucristo, Rey de los Mártires, una solemne y elegante composición arquitectónica de mármol y bronce en torno a un pequeño retablo del siglo XVI. Además de estas obras, don Félix Granda diseñó y ejecutó en sus Talleres otros elementos del templo, como las escultóricas lámparas del Santísimo y toda la orfebrería.
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