El pulido es esencial en todos los procesos de trabajo del metal que se realizan en el taller. A pesar de que se considera el pulido una técnica de acabado, cualquier obra de orfebrería (custodias, sagrarios, báculos, cálices, copones...) pasa dos o tres veces por las manos de los pulidores durante su proceso de realización. “Los pulidores damos brillo y vida a las piezas; sin nuestro trabajo, por muy bien que trabaje el orfebre, no lucirían”, nos cuentan José y Pedro, pulidores de nuestro taller.
El trabajo de acabar y dar carácter a cada pieza de metal.
“El principal reto que afrontamos en nuestro trabajo – nos cuenta, José – es la cuestión de las poleas, las piezas que, con un movimiento rotatorio, nos permiten trabajar las superficies del metal” Y es que en el taller se trabaja, entre otras herramientas, con una pulidora alimentada por una bovina y conectada con dos rodamientos donde se insertan las poleas para hacerlas girar. “Estas poleas tienen un tamaño estándar y eso dificulta nuestra tarea: cada pieza es única y requiere un trato específico- añade- por eso, desde hace años, elaboramos los útiles directamente en el taller, con la ayuda del tornero y adaptando las poleas a las particularidades de cada encargo”
Las máquinas automáticas se emplean cuando se trata de muchas piezas iguales, pero en orfebrería religiosa las piezas suelen ser muy diferentes. Un sagrario, por ejemplo, tiene unas cien piezas y hay que pulir cada una a mano. Ahí está el arte del pulidor.
El conocimiento de las herramientas y la destreza del pulidor
Los acabados que se le pueden dar a la superficie de una pieza son muchos. Un pulido brillante, por ejemplo, requiere una buena fundición y un esmerilado perfecto hasta borrar de la superficie cualquier raya. En ese sentido, cada polea, según su material, permite trabajar el oro y la plata de una forma diferente. “Según sean de algodón, pita, estropajo o fieltro sirven para dar brillo, para pulir el fundido, para matizar o para esmerilar con diminutas partículas de polvo de hierro”- nos aclara Pedro mientras nos enseña otro tipo de poleas que contienen polvo de diamante para el pulido de esmaltes, aunque este trabajo requerirá introducirlos de nuevo en la mufla tras el trabajo.
En el taller de pulido también se emplea la antigua técnica del apomazado. En ocasiones, las piezas planas que llegan de platería tienen huellas producidas por el martillo durante la forja. En este caso se emplea una piedra de origen volcánico para igualar la chapa de la patena, la bandeja o la pieza de la que se trate.
El pulido requiere una especial destreza cuanto más nobles son los materiales que se trabajan. El acero o el bronce nada tienen que ver con el oro y la plata, metales más blandos y que necesitan un trato especialmente delicado, por lo que hay que medir muy bien la presión que se ejerce con las poleas y el calor que estas desprenden al girar sobre la superficie metálica para evitar deformaciones.
Obras y proyectos
Al preguntar qué piezas de las que han pasado por sus manos le han impresionado más, José, que lleva 22 años en el taller, nos cuenta que han sido varias:
El sagrario y la custodia realizadas para Shrine of the Most Blessed Sacrament en Alabama, fue un trabajo muy satisfactorio “Pulir cada una de sus piezas nos llevó cerca de 80 horas, incluyendo el esmalte que enmarcaba el emblema de la Madre Angélica, impulsora del santuario. La custodia, de más de dos metros de altura, se realizó en plata dorada y fue pulida también por piezas. Fue muy bonito trabajar en una pieza como esta, que después enriquecimos con mil piedras semipreciosas y un brillante”
Otro trabajo bonito y, además, de mucho riesgo fue este cáliz de plata esmaltado. El esmalte, al estar compuesto de vidrio, es muy delicado y salta con facilidad. El resultado, tras muchas horas de trabajo, es fascinante.
Otra obra de la que habla con orgullo es el templete de plata para una custodia de Vigo, compuesta por más de mil piezas y al que hubo que fabricar sus propios tornillos a medida.
C/ Galileo Galilei, 19.
28806, Alcalá de Henares,
Madrid. España
info@granda.com
(+34) 91 802 36 55
C/ Galileo Galilei, 19.
28806, Alcalá de Henares,
Madrid. España
info@granda.com
(+34) 91 802 36 55