Remodelación del presbiterio, construcción de un nuevo altar de mármol e instalación de un retablo de doce metros de altura tras el altar mayor.
In the nuevo presbiterio, los elementos están cuidadosamente ordenados para guiar la atención del espectador hacia el altar y el sagrario. En el punto central hallamos el altar, construido en un mármol de un delicado color crema y carmesí, en el que dominan los tonos oscuros para no distraer la atención del Misterio que se celebra sobre él. Los colores de la piedra también manifiestan un simbolismo cristológico, pues hacen referencia al Cuerpo y la Sangre de Cristo. El tondo central está ocupado por un relieve de bronce del Cordero Místico.
Tras el altar, se eleva el retablo de doce metros, el cuerpo principal contiene tres grandes pinturas. En los paneles están representados los misterios de la Encarnación y de la Comunión de los Santos, con el Niño Jesús y la Sagrada Familia en el centro, flanqueados a la izquierda por santo Tomás Moro, san Miguel y santa Elizabeth Ann Seton, copatronos de la diócesis, y san Agustín, una referencia a la sede a la que perteneció originalmente esta diócesis.
El panel derecho abre una ventana a la historia de los primeros conversos de la región, representados como una familia apalache y un fraile franciscano de la cercana Misión de San Luis.
Sobre la Encarnación y dominando el presbiterio y la nave encontramos un grupo escultórico de la Crucifixión, compuesto por Cristo en la cruz flanqueado por Nuestra Señora y san Juan, con santa María Magdalena postrada al pie de la cruz. La Trinidad está presente en el Calvario, con el Padre Eterno y el Espíritu Santo representados en el frontón que corona el retablo.
Está construido en madera de cedro teñida con detalles y bajorrelieves dorados con pan de oro de 24 kilates bruñido. El diseño cuenta con detalles que lo vinculan específicamente al territorio de Tallahassee a través del uso de la flora local. En los capiteles, las flores de magnolia y las ramas de encina virginiana reemplazan el habitual acanto corintio; a los pies del trono de Santa María crecen flores de azalea, y el paisaje de fondo recuerda a los bosques de pinos y robles salpicados de musgo de los Apalaches.
El sagrario, dorado y en forma de templo, sigue el mismo lenguaje arquitectónico clásico que el retablo, con columnas corintias y una cúpula rodeada de las esculturas de los cuatro Evangelistas. En el frontón está representado el símbolo eucarístico del Pelícano y en la puerta un relieve de la Resurrección. Oculto a la vista, siguiendo la tradición de nuestro fundador, don Félix Granda, su interior está ricamente decorado para la catequesis constante del sacerdote.
El cielo del espacio interior está conformado por una cúpula esmaltada en azul con estrellas doradas, con el Espíritu Santo en la clave. Frente a la puerta, enmarcado por guirnaldas, hay un esmalte oval en el que se representa la Última Cena, flanqueada por serafines, una referencia a aquellos colocados en el Sancta Sanctorum y el Trono de Misericordia, la presencia de Dios entre los hombres.
