De la conferencia impartida por D. Lucas Viar Basterra en el salón de actos del Palacio Arzobispal de Alcalá de Henares, para la Escuela diocesana de Liturgia promovida por la Delegación de Liturgia, en colaboración con el Instituto Diocesano de Teología “Santo Tomás de Villanueva”
La luz es condición necesaria para percibir los elementos en el espacio pero no suficiente para lograr expresividad. La expresividad de los espacios se alcanza con el contraste y ese juego de luces y sombras que la luz permite.
LA LUZ EN EL ESPACIO SAGRADO
Tras el Edicto de Milan (año 313) y con el cese de las persecuciones, los cristianos salieron de las catacumbas y comenzaron a construir iglesias en el espacio público. Para ello se escogió como modelo la basílica, un tipo de edificio amplio y luminoso, muy alejado del templo pagano, que se caracterizaba por ser un espacio cerrado y oscuro. Las basílicas tenían grandes ventanas que mantenían iluminado el interior, pero que dejaban pasar el frío. Para cerrarlos se buscaron materiales que permitieran el paso de la luz: selenita y alabastro, yesos translúcidos que filtraban la luz aportando textura al espacio.
SIGLOS VI · XII
Más adelante comenzó a trabajarse el vidrio que, fundido con distintos óxidos metálicos, adornaba el espacio interior de luz coloreada.
Parece que ya en el siglo VI se trabajaba este material en pequeñas piezas, que eran ensambladas con varillas de plomo pero la fragilidad del material y los cambios de moda han hecho que no lleguen a nuestros días más que contados ejemplos del sigloXII, aunque ya antes se observaba ya un grado de sofisticación muy avanzado.
Los artistas vidrieros veían su imaginación limitada por una paleta de colores limitada a pocos tonos, la necesidad de usar grisallas y dimensión reducida de las piezas, obstáculos que fueron desapareciendo con el desarrollo tecnológico de la producción del vidrio.
SIGLOS XIII · XV . EL GÓTICO PLENO
Durante el Gótico de los siglos XIV y XV fue cuando más se desarrolló la técnica, dando lugar a enormes vidrieras que representaban escenas de la Iglesia Triunfante. Los avances tecnológicos permitieron aumentar enormemente la gama de colores, los matices de los tonos así como la dimensión de las piezas. El programa iconográfico también se vió aumentado y enriquecido: Se conservan, desde representaciones de los santos y escenas relevantes de las escrituras hasta representaciones de gran complejidad simbólica. En ningún caso se trataba de una explicación “sencilla” pues las escenas del antiguo y del nuevo testamento se entrelazaban con bestias y elementos mitológicos, simbólicos y místicos.
DECADENCIA
Pese a que durante el renacimiento múltiples talleres de vidrieras continuaron funcionando, la producción de estas decayó enormemente. El apogeo cesó con el comienzo de un nuevo género pictórico: la pintura al óleo. Esta nueva técnica permitía superponer colores con transparencia, al contrario que la tradicional pintura al temple. Esto, y el realismo que el óleo permitía, llevó a buscar más claridad en el interior las Iglesias con el fin de contemplar mejor las obras que albergaban.
La Reforma protestante y la Contrarreforma de la iglesia afectaron también a la concepción de los programas iconográficos y al lenguaje estético de las iglesias.
EL BARROCO
Durante el barroco se produce un cambio radical el leguaje expresivo del arte, pasando de modelos hieráticos a un expresionismo dramático. En este nuevo contexto, la luz cambia radicalmente de uso y aparece por primera vez como definición del volumen y el espacio con el fin de dotar de expresividad las escenas. Comienza a emplearse el claroscuro como elemento de apoyo y a manejarse la luz como un elemento escenográfico más.
El ingenio de los arquitectos de este periodo se aguza; y comienzan a emplear la luz de forma nueva. En esta obra de Bernini, vemos como se emplea la luz cenital indirecta que pasa por medio de una ventana oculta , dotando a la obra de mayor expresividad y ofreciendo una nueva percepción del volumen.
EL USO DE LA LUZ EN EL ARTE CONTEMPORÁNEO
Este ha sido el recorrido que ha tenido la luz como elemento artístico, veamos qué empleo se da a la luz hoy en día y cómo es percibida en el arte contemporáneo.
Según Michael Patrick la luz tiende hoy a manejarse de dos formas. Así, define como “luz mística” la luz que tiene una función de apoyo, que potencia el contraste pero siempre al servicio de los fines del espacio que ilumina y como “luz mítica” a aquella empleada como un absatracto, como un fin en si mismo. Este segundo tipo de luz genera espacios anárquicos, sin jerarquía, que solo admiten un elemento: la luz etérea. De esta forma, se crean espacios donde la luz es protagonista pero pierden su razón de ser estética otros elementos que transmiten las verdades de la fe, como son un retablo o un crucifijo.
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